Desde Johannesburgo.
Los hoteles se estaban vaciando mientras el aeropuerto se llenaba y el silencio cobijaba extrañamente Sandton, como si la alegría hubiera sido súbitamente confiscada. Brasil y Argentina habían sido eliminados, así que la samba y el tango, fueron engavetados.
En las llamadas Fans-Village, donde los fanáticos sin boletos permanecían alrededor de los televisores, tomando, discutiendo y cantando hasta cerca de las cuatro de la mañana, con una resistencia de maratonista etíope, sólo se veían los chequeos para zarpar, con las trompas amenazantes de las vuvuzelas asomando en casi todos los bolsos de mano, como el recuerdo obligado de lo que finalmente fue una Copa amarga para dos de los grandes favoritos.
¿Por qué falló Brasil?. Como siempre suele suceder entre los escombros que toda derrota deja, hay múltiples teorizaciones con dos visibles “culpables”, Dunga el entrenador, y Felipe Melo “el conspirador” en el último juego, pese a que realizó el pase maestro para el gol de Robinho.
Dunga hizo bien en salir por la puerta de atrás cuando el equipo aterrizó en Río, porque Melo fue sometido a una fuerte y peligrosa presión, antes de seguir a Sao Paulo. Hay quienes consideran que esta derrota ante Holanda, garantiza el fin del “dunguismo” y el regreso de Brasil a sus raíces artísticas, haciendo prevalecer la belleza de aquella geometría inolvidable.
En el “Plan Dunga”, Melo era uno de los soldados sobresalientes, y el técnico continuó defendiéndolo después de la eliminación. Hasta el minuto 60 del juego con Holanda, Brasil era un equipo en pleno crecimiento que venía de liquidar a Chile y bien hubiera podido sentenciar la batalla con los naranja en el primer tiempo.
Una falla –el estorbo de Melo a Julio César y la falta de seguridad del arquero en una jugada que domina vendado- lo cambió todo, y la expulsión, terminó de romper la ilusión. En Brasil ya se menciona a Scolari como reemplazo de Dunga, mientras el médico vinculado con la Selección, aportando una excusa inútil, dice que Kaká no estaba en condiciones de jugar. Vaya hora de informarlo.
Juntando los pedazos del infortunio, en Brasil saben que se debe comenzar a trabajar lo más pronto posible para el 2014, tratando de borrar el Maracanazo.
En tanto en Argentina, al descubrirse que todo lo que estaba saliendo bien era producto de la ficción, y que lo real había estado oculto hasta que apareció esa Alemania resplandeciente colocándolo sobre el tapete, quedan viendo a Maradona en forma inquisidora, por no haberse percatado que sin un medio campo funcional, no se puede buscar como conquistar una Copa del Mundo.
Y preguntan entre lamentos, ¿Cómo es posible que Diego no haya visto la forma en que Ghana metió al equipo alemán en serios problemas con un futbol rápido, con pelota asegurada en el medio, con la opción al contragolpe latiendo, y una defensa anticipadora, presionante?.
Maradona no se preocupó por la contención frente a un equipo con gran capacidad de maniobra y de recuperación, y tuvo mucha gente arriba que no regresaba a tiempo. Se crtítica a Mascherano, a los centrales, a Otamendi inutilizado y Burdiso que siempre llegó tarde, y se habla de la soledad de un Messi reducido a nada en el duelo cumbre.
Hay mucho material para nuevos tangos. Por ahora, sólo queda el parpadeo de las luces que a lo lejos, noche tras noche, iluminaron los diferentes sectores de Johannesburgo con la alegría argentina, hasta que Alemania la marchitó.