Este era un Rey -Tite-, que tenía un palacio de diamantes -Neymar, Vinicius, Casemiro, Richarlison y otros-, un kiosko de variantes y un manto de posibilidades, con un equipo capaz de jugar futbol alegremente, como divirtiéndose, en broma, y también de jugar en serio y lucir temible, con sus dientes filosos y brillantes, tejiendo jugadas, desequilibrando, enloqueciendo al rival, sacudiendo las redes y triunfando. La victoria por 2-0 contra Serbia, más allá del resultado fue resplandeciente, mostrando a un Neymar incisivo, ignorando ser víctima de 9 infracciones y una inflamación en su tobillo derecho que preocupa, con las penetraciones de Vinicius, la presencia de Casemiro, y la maniobra acrobática de Richarlison, entregando un gol sacado de la fantasía de las Mil y una Noches que muchos -inclúyanme- todavía no lo creemos.
Se esperaba mucho de Brasil sin derrota en las fases de grupos en este siglo, como lo apunta Olé, ganador jugando a ratos en broma y otros ratos en serio, del complicado grupo clasificatorio Suramericano. La tropa de Tite respondió debutando en esta Copa frente a un equipo como Serbia, que en las eliminatorias europeas envió a Portugal al repechaje y que es líder de uno de los grupos en la Liga de Naciones. Un dominio no se mide por un porcentaje. Brasil fue eficaz retrocediendo, firme defendiendo y abrumador atacando. El primer gol fue una muestra: Neymar entró al área bailando como Fred Astaire, sacó de paso a dos defensas y adelantó para su perfil izquierdo; “con permiso” le dijo Vinicius a Neymar, anticipándose atrevidamente y rematando con derecha. El rechazo fue hasta Richarlison, fulminante, como lo era Vavá en sus tiempos.
El segundo gol, fue acrobático, como parte del show en el Circo del Sol. Vinicius por la izquierda, se acercó al área y entró con la cabeza erguida, descubrió un pasillo entre dos defensas y con la cara externa de su botín, como empujada por taco de billarista, la hizo llegar hasta Richarlison, quien de espaldas, con Velijkovic como observador con boleto de palco especial, levantó la pelota con la zurda, se elevó, aparentemente sostenido por hilos invisibles, y horizontal, “levitando” casi, remató con un zarpazo de derecha hacia atrás, metiendo el balón al lado del arquero Vanja. La multitud sintió que flotaba sobre la nube de su propio asombro. La entrada de Vinicius recibiendo de Neymar, no fue bromeando, su pase divertido, y la jugada de Richarlison, muy en serio, sellando el 2-0.