Hay una cifra que lo dice todo en lo referente a consistencia, poder y espectacularidad en el béisbol: 714, y un nombre que es síntesis de grandeza, orgullo y reivindicación en el todavía deporte nacional en Estados Unidos: Babe Ruth.
Dobleday, los hermanos Wright, Cartwright…No importa quién haya inventado el béisbol, lo esencial, es ¿quién lo salvó de la debacle?, y ese mérito, que es a la vez su mayor proeza, le corresponde a Babe Ruth, el Sultán del Jonrón…El pelotero que convirtió el tumbar verjas, en lo más excitante del juego.
Cada vez que se pone en marcha una nueva temporada, la figura de Ruth, lejos de perder brillo y esplendor, cobra nuevos y más sutiles destellos.
Justo después del escándalo de 1919, cuando los Medias Blancas se convirtieron en «Medias Negras» por haberle entregado la Serie Mundial a los Rojos, según acuerdo con corredores de apuestas, y Joe «Descalzo» Jackson, pasó de héroe a proscrito, los jonrones de Ruth y su cabalgata de proezas, le permitieron cargar sobre sus hombros con la reivindicación del béisbol mientras la hoguera de aquel episodio vergonzoso se apagaba primero y sus cenizas finalmente se las llevaba el viento. El tiempo se encargaba de reducirlas a una referencia de sabor amargo.
¿Qué hubiera sido del béisbol con el juez Landis apretando vigorosa e implacablemente las tuercas sin ese factor de motivación, toque de distinción y timbre de espectacularidad que fue en todo momento, Babe Ruth?
«Rápidamente se simpatizaba con él…Nunca fue gruñón, fácil de llevar, le gustaba estar con la gente, ser centro de la atención y entregarse a los niños», dijo una vez su hermana Mary Ruth Moberly.
Más allá de sus cifras, hay algo indiscutible alrededor de Babe Ruth: ningún otro jugador logró capturar tanto afecto en toda la nación, como él lo hizo…Puede discutirse su tendencia hacia el alcohol, su controversial estilo de vida, no ser un modelo de comportamiento como Lou Gehrig, y otro tipo de debilidades frente a las que nuestra naturaleza sucumbe, pero su influencia, su impacto, su significado, repercutieron en forma tal, que las nuevas generaciones de peloteros tienen que estarle permanentemente agradecidos.
Nacido en un orfanato de Baltimore, Ruth emergió bruscamente como el super-pelotero que el béisbol estaba esperando para glorificarlo…El niño abandonado aprendió a beber cerveza y masticar tabaco desde muy temprano, pero sorprendentemente, supo conciliar esas desviaciones con su fabulosa habilidad para el béisbol.
Fue el Hermano Matías, su tutor, un apasionado por ver béisbol con vocación de scout en una época en que las pistolas de radas y los reportes de laboratorio no existían, quien recomendó a Ruth como un potencial valor del béisbol a jack Dunn, de los Orioles…El chavalo de 18 años, de andar desgarbado, mirada oculta y terriblemente desconfiado, fue firmado como pitcher y en 1914, los Medias Rojas de Bostón decidieron comprar su contrato.
En los años 16 y 17, Ruth fue un ganador de 23 y 24 juegos con promedios impresionantes en efectividad, y en la Serie Mundial de 1919, mientras los Medias Rojas derrotaban a los Cachorros de Chicago, estableció el récord de 29 ceros consecutivos en los Clásicos…Esa marca resistió diferentes embestidas, hasta que el zurdo Whitey Ford la superó en 1962.
En la temporada de 1919, Ruth asomó como una fuerza destructiva descargando 29 jonrones y empujando 112 carreras, opacando su discreto balance de 9-5 en ganados y perdidos…Justo en el momento en que se le diagnosticaba un futuro violento como bateador si se alejaba del montículo para concentrar su esfuerzo, los Medias Rojas realizaron la peor negociación en la historia del béisbol y Ruth, con su poder y sus exuberantes proyecciones, pasó a los Yanquis.
Desde entonces, los Medias Rojas no ganan una Serie Mundial y los historiadores han tejido «La maldición del Bambino»…Incluso el mas reconocido escritor del terror del planeta, Stephen King, un apasionado y por supuesto frustrado seguidor de los Medias Rojas, se ha visto obligado a escribir relatos sobre ese tema tenebroso.
Su debut con los Yanquis no pudo ser mas ruidoso. Con 54 jonrones- cifra increíble producto de la viveza de la bola-, 137 carreras empujadas y 376 puntos, Ruth le robó atención al escándalo de los «Medias Negras» y logró una saludable «transfusión de sangre» que tanto necesitaba el béisbol en esos momentos…Y no sólo eso, Ruth fue el factor clave para la construcción del Yanqui Stadium…El 18 de abril de 1923, cuando la majestuosa instalación abrió sus puertas, como por un designio divino, fue Ruth quien conectó el primer jonrón.
Apoyandose en la proximidad de la verja del jardín derecho, en que se pasaba haciéndole señas a los bateadores zurdos, Ruth construyó récords que abrumaban como el de 60 jonrones en 1927, cifra todavía no superaba en 154 juegos y que ha constituido por más de medio siglo, el más grande reto para los bateadores de poder…En 1961, Roger Maris, otro artillero zurdo, hizo explosión con 61 jonrones estremeciendo al mundo del béisbol y provocando encendidas polémicas, pero su hazaña fue concentrada en 162 juegos…Por esa razón, Ford Frick decidió colocar un asterisco a la orilla de la cifra, el cual desapareció hasta después de su muerte.
Durante la administración de Herbert Hoover, cuando Ruth firmó por el salario en ese tiempo insólito de 80 mil dólares, un cronista deportivo le dijo que si no se sentía incómodo al ganar más que el Presidente de Estados Unidos…»Bueno, yo creo haber tenido un mejor año que él», respondió el Bambino con esa simpleza que siempre lo caracterizó.
Hace unos años, José Canseco discutió lo que hubiera podido hacer Ruth frente al pitcheo de poder y de variantes desconcertantes que prevalece hoy…»Su swing probablemente llegaría tarde frente a sliders de Clemens, quiebres súbitos de Gooden y relevos temibles como los de Ward o Dibble»…Y sin embargo, los hechos son testarudos…Ahí están 714 jonrones, el primero en la historiade Juegos de Estrellas en 1933 cuando ya había entrado al ocaso de su carrera, los 15 en Series Mundiales, su porcentaje de 625 en uno de los Clásicos, las 171 carreras empujadas en 1921 y su porcentaje de 342 de por vida.
¿Fue Walter Johnson menos que Roger Clemens?…¿O Carl Hubbel un zurdo menos significativo que cualquiera de los actuales?.
Ruth feroz comiendo y bebiendo, descuidado trasnochando y poco adicto a ejecitarse, sólo tuvo una constante favorable: siempre supo ir encima de las pitcheadas y aplicarle al impacto la mezcla adecuada de precisión y violencia.
Su jonrón 60 en 1927 como compañero de destrucción de Lou Gehrig fue contra Tom Zachry y su número 714 lo conectó jugando para los Bravos de Boston en 1935… Pero el gran jonrón del «Sultán» fue el bateado en la Serie Mundial de 1932 frente al pitcher de los Cachorros Charlie Root… Cuenta la leyenda que Ruth estuvo señalando hacia las graderías derechas y con conteo de 2-2, conectó su jonrón 15 en Clásicos de Octubre, justo adonde había señalado.
¿Cantó o no ese jonrón el Bambino?…Ese ha sido un tema polémico que ha hecho crecer su dimensión, así como el jonrón dedicado al chavalo Johnny Silvester en un hospital, y que en la película que protagoniza John Goodman, recibe un tratamiento especial.
¿Existirá algún día otro pelotero con el magnetismo de Ruth?…Después de ver crecer y proyectarse a Dimaggio, a Mays, a Mantle, a Reggie Jackson, a Hank Aaron y actualmente a Bonds y Canseco, uno piensa que eso será muy difícil…Las leyendas no surgen bajo el lente acucioso de las cámaras de TV…Ruth trascendió el béisbol y se convirtió en una figura mítica de la cultura popular.
La resultane siempre es mas fuerte y convincente que las palabras y las especulaciones, y lo conseguido por Ruth durante su fulgurante carrera es algo abrumadoramente impresionante.
Su último juego fue inolvidable, de esos que podrían haber inspirado a Miguel o Leonardo Da Vinci para una pintura que estaría colocada en el techo de Cooperstown…Adolorido, cansado, con poca energía en piernas y brazos, quizás con la vista no clara y los resortes oxidándose, Ruth bateó de 4-4 con tres jonrones para los Bravos de Boston…El jonrón 714, fue su último hit en las mayores y como cifra se mantuvo perdurable hasta la arremetida de Hank Aaron en 1974.
Un final de carrera que parecía haber sido elaborado por algún planificador de Hollywood…Ruth dándole la vuelta al cuadro lentamente mientras la multitud rugía…El nunca estuvo lo suficientemente desgastado para no ofrecer una despedida tan estruendosa.
Todo estaba terminado. Detrás quedaban 2 temporadas completas salpicadas de cifras arrogantes…A partir de 1936, el béisbol aprendió a sobrevivir sin el magnetismo de Babe Ruth, pero la forma en que él lo inyectó durante tanto tiempo, lo dejó lleno de vitalidad…Su fuego, no se apagaría nunca, ni con los Agentes Libres, ni con la propagación de casos de drogas y alcohol, ni con la distorsión del bateador designado, ni con la insólita espiral salarial, ni con escándalos como el de Rose, ni con el decapitamiento del Comisionado Vincet, ni con el factor Steinbrenner, ni con la ampliación a 28 equipos y la extensión a seis divisiones.
Ruth salvó al béisbol y aseguró sus proyecciones contra viento y marea.
Durante la Segunda Guerra Mundial Ruth compró cien mil dólares en bonos de guerra mientras comenzaba a quejarse de un fuerte malestar en la vista y la dentadura…Trabajó para la Cruz Roja , votó contra Roosevelt y fue el «gancho» en muchas actividades para fines benéficos.
El cáncer estaba ahí, golpeando sus puertas, reclamando su grandeza para la posteridad, haciéndole señas macabras…Su esposa Claire lo acompañó a enfrentar el momento dramático.
Toda su corpulencia se esfumó y su jovialidad se apagó…Tenía un tumor maligno en el lado izquierdo del cuello. Fue necesaria una operación para extirparle la arteria cerótica y algunos nervios, pero el tumor siguio creciendo. Ese pitcher llamado cáncer es implacable y desgraciadamente invencible.
En 1948, a los 53 años, el más grande pelotero de todos los tiempos, dejó de existir atrapado por el cáncer…Su nombre y sus cifras, siguen siendo síntesis de destreza, poder, espectacularidad, orgullo y arrogancia.
Hoy, justo cuando una nueva temporada de béisbol está en marcha, la figura del Babe, su recuerdo, sus proezas, lejos de perder brillo y esplendor, han cobrado nuevos y mas sutiles destellos.
Ahí está él, corriendo adelante de Barry Bonds, Juan González o Frank Thomas, dándole la vuelta al cuadro, y esa imagen, permanecerá por siempre.