En un final de Copa de Mundo en el cual había  mucha gloria por tomar tanto para Brasil como para Alemania, se impuso la esencia de un estilo, la malicia de la concepción y la finura de la ejecución, lo teórico convertido en práctica eficaz, o el trance del encumbramiento, como diría Carlos Fuentes.

Ganó Brasil 2-0 para asegurar otra copa más, su quinta desde 1958, con dos goles de Ronaldo, ninguno artístico, pero ambos con la necesaria precisión para sacar provecho de las oportunidades.

¿Cómo se define un goleador?, le preguntaron en cierta ocasión al espectacular Alfredo DiStefano, y respondió: es el que sabe aprovechar oportunidades y errores, y sabe culminar el trabajo de otros, una tarea tan difícil como cortar diamantes.

ALEMANIA CONSISTENTE

Exactamente eso fue lo que hizo Ronaldo frente a un equipo alemán lleno de determinación y coraje, muy bien ubicado en todos los sectores de la cancha, capaz de utilizar admirablemente el anticipo para desarticular y confiscar en los primeros 20 minutos, la magia de los brasileños, y mas adelante, fajarse bravamente mordiendo en todos los sitios.

Tácticamente, Alemania se vió muy bien preparada, y Brasil tuvo que depender de los chispazos para fabricar algunas opciones, entre ellas la más clara y bella del juego a los 29 minutos, cuando Ronaldinho, serpenteando entre troncos y hachazos, le entregó una pelota con sello de gol por la derecha a Ronaldo…El hombre de area, destapado, cuchillo en mano, agresivo, remató con la parte exterior de su botín derecho sobre el cierre de Kahn, pero la pelota pasó al lado del poste izquierdo, como una burla del destino…Fue algo así, como la sinfonía que Shubert dejo sin concluir.

Los alemanes, abriendo sus ofensivas por los extremos, buscaron como crear espacios para los cabezazos de Klose y las entradas fulminante de Neuville…Brasil tuvo que multiplicarse en la defensa con el objetivo fundamental de contener, de neutralizar, aunque no lograran salir manejando la pelota.

LOS CONTRASTES

Ahí estaba el enfrentamiento de la planificación con la improvisación, de lo rentable de lo colectivo con lo que podían producir maniobras individuales, de la geometría calculada con la astucia y la improvisación.

Por cerrar el primer tiempo, dos grandes posibilidades de Brasil:  a los 44 minutos, Kleberson recibe una pelota de Ronaldinho y su cañonazo es devuelto por el travesaño con Kahn crucificado…Y un instante después, Ronaldo recibe una pelota bombeada en la frontera del area chica sector izquierdo, y su difícil disparo es manoteado por Kahn.

El 0-0 del primer tiempo, era un testimonio de la verdad de las mentiras, según Vargas Llosa.

En el segundo tiempo, después de dos grandes opciones que tuvo Alemania, un cabezazo hacia abajo de Jeremies rechazado por Edmilson y un slider tenebroso trazado por Beuville que Marcos, lanzándose hacia la izquierda manoteó angustiosamente hacia el palo,  se abrieron más espacios en la defensa germana consecuencia de una mejor rotación de los hombres de Brasil, pero fundamentalmente, por el más rápido traslado de balón evitando el anticipo que tanto daño les hizo en los primeros 45 minutos.

LOS DOS GOLES

A los 67, el mundo rugió con el gol de Ronaldo…El dinámico atacante aprovechó un rebote en el pecho de Kahn, tan ancho como un océano, sobre un proyectil zurdo  de Rivaldo, para rematar con su pierna derecha a quemarropa, adelantándose al agil salto de rana de Kahn…Fue un rebote, cierto, pero el tiro de Rivaldo fue posible por un robo de balón de Ronaldo y precisa entrega…El jugador del Inter se libró de marca y consiguió el espacio y el perfil para materializar la oportunidad. 

El segundo gol a los 78, fue sobre un pase rasante de Kleberson desde la banda derecha que podía interceptar Rivaldo y decidió saltar desenfocando a su bloqueador, y el balón fue hacia Ronaldo, que con un estupendo derechazo, frustró a Kahn…La bola entró rozando el poste derecho.

Y así, de esa forma, en la búsqueda del presente, ganó Brasil, una final que uno la sentía en la piel, en el escozor de los grandes momentos, en la aceleración de las pulsaciones, en la ansiedad y en la impaciencia…Una final ganada legítimamente por Brasil.

LOS CINCO CETROS 

En 1958, con dos goles de Pelé, en ese tiempo un chavalo de 17 años, y dos de Baba, Brasil derrotó 5 por 2 al local Suecia para conseguir su primera corona.

En el 62, con Pelé lesionado desde muy temprano en la Copa pero Garrincha alcanzando su mayor brillantez, Brasil se impuso 3-1 a Checoslavaquia.

En 1970, cuando Pelé consiguió su mayor resplandor, Brasil derrotó a Italia con goles de Pelé, Gerson, Jairzinho y Carlos Alberto.

En 1994, en el Mundial de USA, se registró un empate 0-0 entre Italia y Brasil atravesando el tiempo extra, y fue necesario ir a la definición por penales. Falló Baggio y Brasil obtuvo su cuarto título.

Y ahora, en el 2002, este Brasil de Ronaldo, de Rivaldo, de Roberto Carlos, de Ronaldinho, de Cafu, triunfa 2 por 0 para coronarse por quinta vez.

Agreguen dos derrotas en finales, una ante Uruguay 2-1 en 1950 y el doloroso 3-0 frente a Francia en 1998.