Desde siempre, los ejércitos mejor armados se apuntan las victorias, aunque la historia muestra ciertas excepciones. Y fue la superioridad en poder de fuego de Francia, más que su futbol vertiginoso, lo que doblegó la heroica resistencia croata 4-2 en el duelo final de esta Copa del Mundo. Mandzukic con un autogol, Griezmann desde los doce pasos, Pogba y Mbapee con par de estocadas que provocan heridas que no cicatrizan, sellaron ruidosamente la segunda coronación de Francia en 20 años, 1998 y 2018.

UN PLAN SENCILLO

El objetivo de Francia era ganar, no mostrar brillantez. Y es lo que hizo imponiéndose por 4-2, obviando un error no fatal de Hugo Lloris frente al lobo Mandzukic, gol que no adquirió la importancia de una transfusión de sangre galvanizadora, porque a esa altura, minuto 68, ya todo estaba escrito. La diferencia de dos goles era considerada irreversible. Fue un plan sencillo el de Francia: saber qué hacer con la pelota en tu poder, y al mismo tiempo, impedir que los otros supieran que hacer cuando la tuvieran, así que la diferencia del 66 al 34 por ciento, no tuviera significado. Se observaba fácilmente que la defensa de Deschamps abría espacios, pero ni eso parecía preocuparle al equipo francés, manejando las dificultades con la frialdad del que sabe que vale más contragolpeando, y que dispone de las armas para esa arremetidas mete miedo. Quitarle capacidad de progresión ofensiva a Luka Modric, era esencial, pero sin multiplicar esfuerzos, sin sacarlos de la tarea impuesta en lo colectivo. Mostrar la clase de sus valores individuales, y exhibir su punch.  Y lo lograron saliendo a estirarse por las bandas. Aún con ese cuido de no perder de vista las proyecciones de Modric, el mejor gol del juego, el primero de Croacia, borrando ese molesto 0-1, nació de una apertura del excepcional centrocampista por la derecha, llegada de Vrsaljko a tiempo para el inicio de tres bombeos con cabezas, el descenso del balón picando ante Vida, y la entrega de éste a Perisic quien se mostró por la frontal, con un ligero quiebre a su izquierda, y letal zurdazo para el 1-1. 

MODRIC EN TODOS LADOS

 Los equipos ganadores de Copas del Mundo, apenas ocho en total desde 1930, cuando el mundo era en blanco y negro, son recordados por la conquista no por su lucimiento. El Brasil inconmensurable de 1970, no tiene nada que ver con el de 1994, pero eso no importa. Este equipo francés no se vio fino, genial, ni astuto cerrando espacios, ni desequilibrante la mayor parte del tiempo cuando se volcaba, pero cada vez que salía, rugía, y fuerte. Sus proyecciones eran rápidas y de combinaciones precisas, con Mbapeé por la derecha, Griezmann por el centro y la izquierda, y Pogba atrás, mirando a Kanté. Eso funcionaba como motor de reloj suizo, aunque no silencioso sino fabricando ruido, como el de una caballería. Eran momentos en los que Croacia se veía desarmada, retrocediendo sin control. Solo cuando tienes una confianza absoluta en tus individualidades y capacidad para contragolpear, es que no te muestras preocupado por los excesivos paseos de balón del enemigo, que realizó 440 pases buenos por 194 de Francia. Uno veía a Modric como Máximo, ese gladiador interpretado por Rusell Crowe, batallando siempre sin importarle el tamaño de los retos, mostrándose para recibir y llevando la pelota hacia delante. Su escogencia como mejor jugador de esta Copa fue tan indiscutida como la coronación de Francia imponiendo el estilo de juego que utilizó con una disciplina férrea. 

¿QUÉ MAS PEDIRLE A FRANCIA?

Francia no alcanzó la calificación de “grandioso”, pero no hay manera de cuestionarlo como Campeón, aún sin ganar todos sus juegos y ser uno de los protagonistas del turbio 0-0 con Dinamarca, un duelo para ser olvidado. No se puede dudar de la clase de sus jugadores, y de su punch para golpear al adversario…Mbapeé es una amenaza permanente, con o sin balón, un show que vale la pena ver, una clara selección como el mejor jugador joven de la Copa, con 19 años; Griezmann es incansable y muy difícil de parar. Su facilidad de movimientos, su velocidad y sus disparos desde las posiciones más incómodas, certifican su nivel de peligro; y está Pogba, difícilmente un agente secreto por lo fácil que se le puede detectar, pero con apariciones fantasmales abriendo surcos hacia el área, con una impetuosidad impresionante. Y cuando agregas la fatalidad a todo eso, no existe la mínima posibilidad de derrotar a Francia. Digo fatalidad, porque el primer gol de Francia fue el autogol de Mandzukic, y el segundo una mano involuntaria de Perisic, que comprobada en la revisión, fue sentenciada como penal cobrado por Griezmann. Sobre los taponazos de Pogba en el minuto 58, con doble remate, y de Mbapeé en el 64, solo se puede decir que fueron escalofriantes, destructivos. Reducida al gol de Perisic, atrás 4-1, Croacia supo aprovechar un exceso de confianza del arquero Lloris, para acercarse 4-2 en el 68, con las pretensiones de una proeza amordazadas. El mérito francés, no admite ser discutido. Frente a un equipo mejor armado, murió Croacia.

GANADOR INDISCUTIDO

Como se apuntó en diferentes enfoques: Francia ganó haciendo lo que había hecho en seis juegos anteriores: peleó contra su oponente cuando tenía que hacerlo, y lo castigó cuando pudo. Así que, cuando sonó el silbato final, sus jugadores salieron corriendo del banquillo, regocijándose y lanzando al aire al entrenador, Didier Deschamps, un mediocampista del equipo de 1998 en Francia. El fue como una figura paterna para su joven equipo, una mano guía en el volante, manteniendo todo en línea en una metódica marcha hacia el título…Cuando la noche terminó, cuando Francia volvió a ser el campeón, Deschamps se convirtió en el tercer hombre en ganar la Copa del Mundo como jugador y entrenador. Antes lo lograron Mario Zagallo con Brasil y Franz Beckembauer con Alemania…Los jugadores lo honraron con su bullicio, irrumpieron en su conferencia de prensa posterior al juego y le dieron champaña antes de poder responder una sola pregunta…Este equipo francés del 2018 puede que no sea recordado como el campeón más elegante o el más creativo. En cambio, será recordado por lo que fue: un equipo de talento excepcional y eficiencia despiadada, un grupo en el que cada jugador conocía su trabajo y lo realizaba impecable e implacablemente.