Brasil con su futbol de esgrima, tocando, amagando, empujando y vuelta atrás para volver a comenzar, estuvo rebotando contra la muralla suiza, enérgica, bien posicionada, aunque sin proyecciones para contragolpear. Triunfó Brasil 1-0, gol de Casemiro, de esos que vale doble en el minuto 83, pero antes, vimos como poco a poco, el futbol alegre de Brasil, sin Neymar, se fue metiendo en un laberinto como el construido por Dédalo, sin el hilo de Ariadna que salvó a Teseo después de matar al Minotauro, facilitándole salir ileso. Tite y la gruesa fanaticada brasileña, vieron agrandarse sus preocupaciones después de la anulación del gol de Vinicius a los 64. Primero el desborde de la celebración, y después, la terrible frustración provocada por la corrección del VAR. Asi que, la continuación del juego fue un maratón de angustias para los brasileños. Aquello de tan cerca y tan lejos del gol, aguijoneaba corazones que gemían. 

Hasta que, finalmente se pudo encontrar espacios y realizar la combinación requerida, para perforar la pared suiza, que en ese momento finalmente crucial, estuvo formada por 7 hombres distribuidos en dos líneas. Cuando en el minuto 83, el eléctrico Vinicius, casi siempre recortado por un guardián tan estricto, veloz y hábil como Rieder, recibe el balón y lo envía hacia un destapado Rodrygo, Casemiro se encuentra pasos adelante entre ellos, frente al muro, listo para captar cualquier mensaje de Rodrygo. Le llega con cierta incomodidad,  y sin pérdida de tiempo remata con derecha, con poder y precisión. El balón vuela zumbado, como a bordo de un águila, y se mete rugiendo en el rincón superior izquierdo del buen arquero Sommer. Ahí estaba el gol tan buscado, sellando ese 1-0 que Brasil defendió sin perder su tejido agresivo, obligando a Suiza a mantenerse atrás, atrás, hasta caer en el abismo de la derrota. Un detalle llamativo: Suiza no registró disparo a la cabaña de Allison.

Portugal también ganó, 2-0 a Uruguay, también llegó a 6 puntos, y también aseguró su presencia en octavos junto con Francia y Brasil. Dominó a Uruguay que lamentablemente no contó con la mejor versión de su motor Federico Valverde, mostró a Darwin Nuñez extraviado y Luis Suárez apagado. Solo con la garra es difícil producir grandes resultados y Uruguay con poca posesión necesitó de mayor destreza en las progresiones. Dos rarezas, que Cristiano festejará un gol que no hizo, aunque se tuvo la impresión que había peinado ligeramente el centro-disparo de Bruno Fernández, y verlo reemplazado con la pizarra estrecha, algo impensable hace poco. Eso sí, su utilidad no admite discusión, y sus diferencias con Bruno Fernández, quedaron atrás. Ese amago de Bruno con brinco frente al balón ejecutando un penal, es desequilibrante y desarma a un arquero. Para cerrar, como dice Luis Enrique el salsero, yo no se mañana quién ganará entre Irán y Estados Unidos.