¿Hace cuánto tiempo el país no se sentía unido alrededor de una expectativa? Ni siquiera cuando se trata de garantizar recibir apoyo financiero, para intentar fortalecer el intento mueve montañas de salir del hoyo, ocurre eso. Tomemos un caso reciente: unos quieren que se aprueben los “waivers”, otros no. La tirantez, persiste contra viento y marea. Tenemos “maestría” en divisionismo. ¡Ah, pero la magia del deporte hace milagros!. Algo que en los viejos tiempos, antes del Ratón y de Alexis, lograba la Selección Nacional de beisbol. Ahí, a la orilla de un radio, todos estábamos pendientes lanzamiento por lanzamiento, uniformados, sudando, con los corazones acelerados, sintiendo el impulso de saltar de las butacas cuando el pitcher venía hacia el plato, con la imaginación tan iluminada como Paris, Times Square o Las Vegas. 

Hey, así estaremos esta tarde, cuando el púgil de los 81 kilos Omar Bravo, salte a la tarima caliente para cambiar metralla con el ukraniano Oleksandr Gvozdyk, en busca de avanzar a cuartos de final, muy cerca de las medallas. Todos queremos verlo ganar, sentimos la necesidad de esa inyección de optimismo, nos pondremos de pie en cada una de sus arremetidas, trataremos de ayudarle desde aquí -por la vía intangible de esa corriente emotiva que nos mantendrá conectados a él-, a golpear al ukraniano.

Hace unas semanas, el nombre de Osmar Bravo, sólo tenía cierto significado en el concierto deportivo, por haberse ganado a pulso la clasificación para el torneo de boxeo de los Juegos Olímpicos, pero después de vencer al montenegrino Bosko Draskovic, dándole vida a la posibilidad de disputar una medalla, se catapultó hacia la fama, y de buena forma.

Hoy, sabemos que es de Muelle de los Bueyes, como es su familia, que le gusta comer, cuáles son sus sueños, sus necesidades, por qué es tan serio, el número de su cédula, por quién ha votado, en fin, todo. Y él se siente bien en esa esfera de notoriedad, que día a día, deja de ser extraña.

Un país tan limitado, está excitado. ¡Qué emocionante es la alegría de los pobres, por esa facilidad para lograrla! Si el cofre de tesoros de nuestra historia deportiva estuviera repleto de muchos Alexis, Denis, Rosendos, Padillas, y algunos medallistas, la concentración de atención en Bravo no sería tanta. Pero el púgil se ha convertido en un hallazgo, y como tal, se ha agigantado, agitando expectaciones que han permanecido ocultas.

Así que, ¡de pie, porque pelea hoy por la tarde! Uno de esos raros momentos en que el país estará unido.