Hay mucha semejanza con aquel equipo del 92 que encabezaron Jordan y Magic. Este “Dream Team” de la NBA aterrizó en China para jugar en serio, apretando el paso para establecer claras diferencias, interesado en no dejar la mínima duda sobre su superioridad, y las cifras lo demuestran.

¿Alguien vio al formidable Dirk Nowitzki?, o mejor dicho, ¿qué es lo que estuvo viendo Nowitzki mientras permaneció en la cancha poco advertido? El despliegue huracanado del enemigo. De entrada, Alemania fue bruscamente borrada del tabloncillo por el ímpetu demoledor de un equipo que cuando se lo propone, no deja piedra sobre piedra. El marcador final 106-57 lo dice todo.

Aunque la mayoría de miradas son para Lebron James y Kobe Bryant, todos brillan funcionando verdaderamente como equipo. Los del 92, con Bird, Barkley y Pippen como valiosos agregados de Jordan y Magic, se entendían con sólo mirarse, o escuchando el ruido de las pisadas. Éstos de 2008 andan muy cerca de eso. Parecen programados hasta en sus improvisaciones.

Rápidamente estaban atropellando al equipo germano. De 11-3 saltaron a 20-5 y el carnaval continuó mientras la defensa enemiga se veía deshilachada, entregando terreno y pelota, doblegada en los tableros, inutilizada en sus intentos de contragolpe.

El baloncesto de la NBA es de otro mundo. Aun antes de abrirse las puertas del profesionalismo en los Juegos Olímpicos, ganarle a Estados Unidos era tan difícil, que cuando los rusos lo lograron en los últimos tres segundos de una batalla imborrable, el mundo no lo creía.

Después vino la época de los monstruos, y daba la impresión que el baloncesto masculino había perdido chiste en estos Juegos, hasta que el poderoso trabuco se hundió en Atenas y todos los esfuerzos se concentraron en la reivindicación, la lavada de cara, la recuperación del orgullo.

Estados Unidos derrotó 108-63 a China, 97-76 a Angola, 92-69 a Grecia, 93-55 a España, y 106-57 al equipo alemán. ¿Quién sigue?, no importa, su muerte está escrita.