Aterrizó Argentina en la Final de esta Copa del  Mundo. Su victoria por 3-0 contra la tenaz y hasta ayer inquebrantable Croacia, ha sido rotunda, convincente, espanta dudas. Julian Alvarez, suelto, ansioso, vital, alegre y dañino, marcó dos goles, primero en el minuto 39,  en un entendimiento con Enzo Fernández que le permitió abrir brechas y enfrentar exitosamente, con doble recepción sobre la marcha, al portero croata Livakovic, y  el otro, que selló el 3-0, en una conexión de 24 kilates con Messi, quien realizó una maniobra de tanta longitud junto a la raya derecha, que lo llevó hasta el fondo, protegiendo la pelota, frotando la Lámpara, y siendo decisivo para aprovechar una fisura. El balón fue hacia Alvarez, delantero del City, quien sintiéndose en alfombra roja, remató con derecha sin pérdida de tiempo.

 

Los análisis internacionales, aseguran que éste Lionel Messi modelo 2022, es el mejor visto en Mundiales. Uhhh, gran elogio.  Por lo que había mostrado Messi antes de la Copa, tanto en el PSG como en el fogueo argentino, consideré prudentemente que podría ser útil, pero jamás imaginé que lo sería tanto, que llevaría al equipo albi-celeste a una segunda final de Copa del Mundo. Juego tras juego, con Messi creciendo en el “ombligo” del accionar, Argentina ha ido de menos -su sorprendente derrota ante Arabia- a más, hasta llegar a esa demostración de aprovechamiento integral del uso del balón y los espacios, ofrecer garantía en las constantes progresiones, seguridad en el qué hacer para sujetar al adversario.