¿Quién recortó las alas de la bella rusa Yelena Isinbayeba, la mayor aproximación a un águila que hemos visto? Buscando su tercera medalla de oro consecutiva en salto con garrocha, Isinbayeba, limitada ayer a sólo 4.70 metros de elevación, quedó reducida al bronce. El gigantesco estadio pareció derretirse, la multitud de 80 mil, dejó escapar un gemido estrujante, el planeta se resistía a creerlo. No se trata propiamente del final de una era, del oscurecimiento de una diosa del atletismo, pero es obvio por lo visto en los últimos años, sobre todo ayer, que Isinbayeba, no volverá a flotar entre las nubes que se encuentran más allá de los cinco metros de altura. Ahora es una más.

Lo demostraron la estadounidense Jennifer Shur y la cubana Yarislei Silva, ganadoras del oro y la plata, superando los 4,75 metros, muy distante de las marcas de Yelena en Atenas (4.91) y en Beijing (5.05). Shur, quien antes de casarse competía como Stuczynski, medalla de plata en los anteriores juegos del 2008 con 4.80 metros, obtuvo el oro por utilizar menos intentos que Silva. 

La caída de alguien que alcanzó tanta grandiosidad como Isinbayeba, dos veces conquistando el oro olímpico, campeona mundial al aire libre y bajo techo, dueña de todas las marcas asombrosas, 28 en total, impacta. Se creyó, que después de un bajón de voltaje experimentado en el 2010 y el 2011, sin medalla en los Mundiales de Daegu, la bella rusa había regresado a sus niveles de rendimiento espectaculares, cuando volvió a elevarse encima de los cinco metros en dos ocasiones, como lanzando una seria advertencia antes de aterrizar en Londres. Pero alguién recortó las alas de la mayor aproximación a un águila que hemos visto, y Yelena, entre gemidos y lágrimas, se tuvo que conformar con el bronce.

En el otro lado de la moneda, nos encontramos con el dominicano Félix Sánchez, saliendo de las sombras y proyectándose como ganador del oro en los 400 vallas, con 47.63 segundos, la mejor marca del año, pero sin amenazar el récord mundial de 46.78 establecido por el estadounidense Kevin Young en Barcelona. Con 34 años, Sánchez registró el mismo tiempo que le permitió ganar el oro en Atenas, en el 2004, en plena juventud.