¿Vieron a Messi al concretarse la insospechada derrota de Argentina por 2-1 frente al equipo de Arabia? Estaba destruído, por fuera y por dentro. Esa imagen, está graficada con precisión, por Rubén, nuestro poeta, el más grande de los nicaraguenses, cuando dice: Nada más triste que un titán que llora, Hombre-montaña encadenado a un lirio; Que gime,  fuerte; que pujante, implora: Victima propia de su fatal martirio…Wow poeta…Messi nunca ocultó su ilusión de llegar a disputar el título en esta Copa, como ocurrió en el 2014 enfrentando y perdiendo 1-0 con Alemania. “Este es el mejor grupo que he integrado como Selección”, dijo con un optimismo sin medida mirando a Lautaro, Julian Alvarez, Paredes, De Paul, DiMaría, “Papu” Gómez, “Dibu” Martínez, Enzo y los otros. Todos estábamos claros de eso, y llegamos a compartir el optimismo de Leo, incluso sobre él mismo: “estoy al top, me he preparado como nunca”, descartando la inflamación en el tobilo izquierdo.

Por estar mirando a Argentina nos olvidamos de Arabia. ¿Qué tan peligroso podía ser? Solo recordamos que hace cuatro años fue goleada inmisericordemente por Rusia 5-0 en su debut, pero no advertimos que de inmediato, derrotó a Egipto y perdió 1-0 con Uruguay, dos certificados interesantes, y que clasificó encima de Japón y Australia. Qué tontos somos…La propuesta de Arabia frente a Argentina, fue un movimiento permanente y envolvente que se convertía en torbellino y provocaba confusion, con posibilidad de atraparte y hasta de inutilizarte. Después de un primer tiempo martirizante viendo venir y pasar a los argentinos, a quienes les anularon tres goles por fuera de lugar sentenciado por el VAR, apenas por el grosor de la pierna de un zancudo, se pensó con mucho soporte, que Argentina se volcaría en el segundo tiempo para establecer, lo más pronto posible el desequilibrio necesario…Esa pretension se esfumó con los goles de Al-Shehri y Al-Dawsari, aguijereando a “Dibu” Martínez en 5 minutos, volteando la pizarra 2-1 al lado de Arabia. 

Con 37 minutos pendientes, la desesperación no alteraba, pero el futbol-torbellino de Arabia no permitía pensar con claridad, era un reto a abrirse paso como fuera, entre cazuelas, tornillos, tinajas. La resistencia de los árabes para multiplicarse entre el vértigo, sin refugiarse en una defensa replegada, sino agresiva para cerrar espacios, anticipar e incomodar. Messi, quién perdió el balón del primer gol casi en el medio y sus compañeros, no encontraron tiempo ni ideas para inventar como salir con conexiones y ordenarse un poco. El éxito de Arabia era mantener desorientados a los Argentinos sin posibilidades reales en una extensión de tiempo que hubiera permitido construir otro Arco del Triunfo, y lo lograron. Esa evaporación de esperanzas fue dramática. Argentina se sentía dentro de una trituradora y ni con dos Messi, hubiese reaccionado como se requería. Cuando lo intentaba, aparecían piernas y cabezas arabes rechazando hasta sobre la raya de gol.

Así que, el inicio del último tango de Messi, no pudo ser más triste. Lo que vimos de él al final, fue un Titán llorando.