Ahí está el futbol gaucho con el puño en alto. Ha defendido con bravura el título olímpico. Tiene a sus pies, por fin desarmada, a Nigeria vencida 1-0. Ha extendido a doce juegos su racha de invencibilidad iniciada en Atenas hace cuatro años. 

El calor devastador, derritió huesos, consumió energías, arrugó corazones, dobló piernas, pero no pudo robarse el talento y la habilidad de Lionel Messi quien retó todas las dificultades para convertirse, en medio de lo brumoso, en el pulmón y cerebro que Argentina necesitaba frente al impetu y velocidad de los africanos.

Un movimiento desequilibrante de Messi y un pase de alta precisión al minuto 57, facilitó la entrada vertiginosa y letal de Di María, culminada con ese bombeado magistral, un pincelazo en el lienzo empujando el balón hasta las redes. Un gol para enmarcarlo y colocarlo en el Obelisco de Buenos Aires por los próximos cuatro años.

La multitud saltó excitada, Nigeria estaba en la lona, herida de muerte, y brillaba la segunda medalla de oro consecutiva para Argentina en el futbol olímpico.

No fue un partido intenso, deslumbrante, pletórico de alegría, pero retando el agobio que cortaba respiraciones, tuvo emotividad y garra, y algunos toques de genialidad, sobre todo de Messi, el artista sobre la grama, mas el trabajo siempre con criterio de Riquelme, la utilidad de Mascherano y la presencia de Agüero, y la aparición del incansable Angel di María.

Nigeria que le ganó a Argentina la batalla por el oro en los Juegos de Atlanta en 1996, es un equipo agresivo, peligroso contragolpeando y muy mordedor, pero en el último cuarto de cancha careció del entendimiento requerido, en tanto Argentina confiaba en Messi, en su capacidad para fabricar magia, pero no se consiguieron muchos enlaces.

A ratos, el partido fue monótono, lento y sin claridad. El calor inclemente, estaba exprimiendo a los protagonistas. Había mucho cuidado con la posibilidad de desbordes súbitos de Nigeria, que con Kaita y Odemwinge, tuvo opciones, y lució bien en el medio campo con Isaac ejerciendo influencia.

Pero la inspiración que estableció la diferencia en el momento cumbre, el minuto 57, fue producto de Messi y Di María.