Estábamos preparados desde hace largo rato, porque el desenlace era inevitable. No había forma de escapar, ni con uno de aquellos amagues previos a maniobras tan imprevistas que agrandaban ojos y tensaban el sistema nervioso. Ahora el balón no estaba a menos de medio metro, ni se veía la portería, todo era oscuro. La presión alta de la muerte con la complicidad del envejecimiento, lo tenía acorralado. El lo sabía. Piernas, corazón y cerebro, no respondían. El Rey Pelé, dejó de existir, pero deja un tropel de recuerdos resplandecientes, que lo dimensionan correctamente Dichosos los que como yo, disfrutaron de su etapa, en blanco y negro y a colores.

 

Tuve la suerte de verlo en acción en Costa Rica, con el Santos contra Saprissa; y lo entrevisté en el Hotel Royal Dutch ya desaparecido, nota publicada en LA PRENSA; más adelante lo vi en San Salvador contra el Alianza; y también en su despedida con el Cosmos en Nueva Jersey, al día siguiente de la pelea Alí-Shavers que fui a cubrir en Nueva York al terminar el mes de septiembre. Fue un enfrentamiento Santos-Cosmos, el primero y el segundo y último equipo del Rey, jugando un tiempo para cada uno. Ganó el Cosmos 2-1, gol de Pelé, de tiro libre en el primer tiempo para el Cosmos.

 

Ser considerado alguién genial, es producto de un trabajo demasiado duro puliendo habilidades innatas sin importar el tipo de tarea. Se dice que Genio, significa poseer dones apenas imaginables de invención, de computo, de percepción, de realización. Dones que son infinitos en su riqueza, casi milagrosos y hasta rayanos en lo divino, como los que se atribuyen en futbol a Pelé, sin duda, una de las más grandes figuras vistas hasta hoy en el futbol mundial, generador de polémicas respecto a otros cracks, que podrían extenderse hasta la eternidad.

 

Pelé fue tan grandioso, que sus huellas, conservadas más allá del paso del tiempo, nunca se borrarán…En su momento, Pelé dio la impresión de ser un producto de la fantasía. Su capacidad para improvisar, esa facilidad para desequilibrar, la habilidad para gambetear, picar, retroceder, aplicarle variantes a sus maniobras sobre la marcha y sobrevivir al juego destructivo quedaron certificadas desde su impresionante presentación de credenciales en el Mundial del 58, cuando apenas tenía 17 años, una edad improbable para robarse el show y saltar bruscamente al estrellato, como lo hizo asombrando al planeta. 

 

Con Brasil buscando casi con desesperación su primera Copa del Mundo después del trágico “Maracanazo” en 1950 y el naufragio en 1954, sus impactantes actuaciones frente a Francia y Suecia en semifinales, marcando cinco goles, forman parte de la antología del fútbol. En Chile 1962, lesionado muy temprano en el duelo con los checos, el segundo juego de Brasil, fue limitado al gol conseguido contra México y obligado a abandonar la trinchera cediéndole sitio a Amarildo…Sin respaldo y “molido” por el fútbol quebranta-huesos de los búlgaros, Pelé sólo pudo contribuir con un gol de tiro libre en ese juego ganado por Brasil 2-0 en el Mundial de 1966 en Inglaterra, mientras Brasil era eliminado en la primera etapa consecuencia de derrotas inapelables por 3-1 frente a Hungría sin Pelé en el terreno, y 3-1 ante Portugal, con “El Rey” cojeando, inutilizado, usado contra recomendación médica.

 

Fue en 1970 que Pelé, como si pretendiera fortalecer definitivamente su reputación, ofreció pruebas fehacientes de su calidad fuera de serie. Jefeando una galería de fulgurantes astros como Gerson, Tostao, Jaizinho, Rivelino, Carlos Alberto y Clodoaldo, Pelé dejó estampado su sello en el pase a Jairzinho derrotando a Inglaterra; en el cabezazo hacia abajo que provocó la mejor atajada de la historia por parte del arquero Gordon Banks; en el amage y la continuación de increíble geometría frente a Uruguay, que dejó con la boca abierta al arquero Mazurkiewicz, a la defensa uruguaya y también a casi 80 mil espectadores; en aquel disparó desde el “mas allá” que nadie sospechó contra Checoslovaquia, mientras el arquero Víctor se sentía desorientado por el asombro; en el cabezazo espectacular encima del defensa italiano Burnich culminando una aparición fantasmal, y por supuesto, su mayúscula incidencia; y el magistral toque hacia Carlos Alberto que venía desde atrás por la derecha, sellando el 4-1.

 

Hoy, fue Pelé quién dobló su rey en el tablero frente a la inevitabilidad de la muerte. Con tantas proezas rodeándolo, y dejando huellas imperecederas, es seguro que descansará el paz.