Hay ocasiones en que exclamar ¡Juegazo!, deja de ser un elogio común y se convierte en un calificativo correcto. Lo que vimos entre Francia e Inglaterra provocó una impresión como la que nos queda al salir del Museo de Louvre en París; de la Catedral de Sal en Zapaquirá, Colombia; o del nuevo Yankee Stadium en Nueva York. ¡Wow!…La victoria de los galos por 2-1 entre merecimientos compartidos, fue eso, un juegazo, una final de Copa anticipada. No creo que en semifinales y en la propia final, encontremos algo aproximado a lo realizado este sábado entre el Campeón que defiende la corona y un retador que pretendía volver al trono en el que se instaló en 1966, por un período, hace 56 años…Pienso que Francia ya es Campeón, y lo más llamativo, es que el técnico Deschamps, no parece haberse percatado que no ha contado con Benzema, Pogba, Kante y Kimpembe, cuatro de las piezas esenciales en el engranaje francés. ¿Qué les parece?

Agreguen algo: para superar a un sobresaliente equipo inglés, Francia no necesitó del mejor Mbappé. Estuvo bien el enorme jugador de juventud en ebullición, pero sin la incidencia que lo caracteriza, aunque siguió demostrando que su sola presencia, tiene una utilidad indiscutible. Y detrás de él, otros dos “futuros grandes” como Tchouameni y Bellingham que visten chaquetas diferentes… Cuatro menos, y todos estrellas, es más de un tercio del equipo. Esto ha sido aprovechado por Giroud, quien en la conquista de hace 4 años, no marcó gol y ahora lleva 4; por Griezmann, una de las figuras cumbres en está cabalgata hacia otro título; lo ha aprovechado Rabiot, firme titular en cualquier formación, pero hoy consiguiendo una gran elevación. Qué bien se vio Francia en una juego de ida y vuelta veloz, con verticalidad y profundidad de cada lado, con una intensidad sostenida casi sin pausas, y con un derroche de energías.

¡Ah, si Kane no falla en la ejecución de ese segundo penal que empataba el juego 2-2, empujándolo a los tiempos extra, varios pulmones hubieran explotado en el terreno y galones de sudor hubiesen cubierto el escenario. Bien los arqueros Lloris y Pickford y las defensas tan constantemente exigidas. Es terriblemente incómodo y poco probable, evitar estragos de Mbappé y Dembelé por las rayas, asi como controlar dentro de lo posible a Kane, Foden y el inquieto y amenazante Saka. Se esforzaron al máximo en el fondo inglés Mcguire, Stone y sobre todo Walker, pendiente de ese dolor de cabeza que es Mbappé. Fue un duelo de dos equipos de buen trato al balón. Con el atrevimiento necesario para ir más allá de lo entretenido saltando a lo trascendente. Quizás todos queríamos los tiempos extras para seguirlos viendo batallar. Por 90 minutos, el futbol se vistió de frac, mientras nuestros ojos bailando como lo hace Beyoncé, no podían fijar imágenes.

A los 17 minutos, Tchouameni, el joven de 22 años adelantó a Francia. Desde lejos, fuera del área, mirando pequeño al arquero Pickford, Tchouameni apretó el gatillo con su botín derecho, y su disparo, hizo viajar la pelota a más de 100 milómetros por hora, entrando junto al poste izquierdo de la cabaña inglesa. No hubo cambio de estilo, ni de ritmo. En busca del empate con tanta determinación, Tchuoameni cometió un penal nada discutible y Harry Kane fue mortífero estableciendo el 1-1…Con la angustia cambiando constantemente de uniforme y las posibilidades moviéndose entre un torbellino, el gol de Giroud, un potente cabezazo capaz de perforar el Arco del Triunfo recibiendo un centro preciso de Griezmann, volvió a adelantar a Francia 2-1 en el minuto 78. Pero en el 80, tan cerca, Theo Hernández facilita otro penal consultado con el VAR, y ahora, nuevamente con Kane frente a Lloris, compañeros en el Tottenham, el inglés le pega mal, con vuelo de balón muy arriba del travesaño, y el empate que parecía dibujado, se esfuma lamentablemente para Inglaterra. Gran juego, ¡Juegazo!. Una final anticipada. Así que, podemos dormir tranquilos. Ya vimos la final de esta Copa.